¿Cuándo sabemos que el amor es real?, esta es una pregunta que nos acompaña desde el momento justo que tomamos conciencia de las relaciones humanas, siendo niños nos preguntamos si mamá ó papá nos aman realmente, en el colegio luchamos inconscientemente por ganar el amor de nuestro maestro o maestra, y así, vamos por la vida intentando revelar la incógnita. Cuando se trata de una pareja, la situación se complica, por que los miedos y las añejas cicatrices nos ponen en un estado de alerta constante, entonces construimos una coraza invisible muy difícil de traspasar, inconscientemente anhelamos la llegada del príncipe o princesa color pitufo que mágicamente cambie nuestro entorno y nos haga vivir “felices para siempre”. El amor real tiene el don de traspasarlo todo, inclusive esa fuerte coraza, pero el “vivir felices para siempre” no es responsabilidad exclusiva del amor real, esa parte nos corresponde a nosotros, pero de manera individual, para lograr así la felicidad en pareja.
Ahora bien: ¿Qué es esa cosa que llamamos felicidad?, ¿por qué podemos pasar la vida entera tras ella y nunca encontrarla?, ¿acaso la felicidad es una especie de ninfa que disfruta burlándose de nosotros dejándose alcanzar para luego echar a correr velozmente a su escondite? ¿No será que hemos errado el sitio de la búsqueda?.
Hemos estudiado sobre las básicas necesidades humanas, tal vez hemos leído los discernimientos Freudianos sobre el ser y los instintos, posiblemente algún día nos sumergimos en las dudas metódicas que Aristóteles sugirió, o quizás experimentamos sonmolencia intentando descubrir en qué consiste el arte de amar de Fromm, el caso es que mucho se ha escrito acerca del ser y del amor, pero parece que en la vida real estos particulares conceptos inevitablemente se mezclan en uno solo, el problema radica precisamente en esa mezcolanza.
La relación ser – amor resulta compleja porque no podemos SER sin experimentar el amor, y visceversa, tampoco podemos amar sin SER, ¿pero qué somos?, lamentablemente no existe texto alguno que pueda responder esa pregunta, ya que cada uno de nosotros tenemos una respuesta diferente, porque somos INDIVIDUOS, somos SERES con NECESIDADES distintas, y dichas necesidades son el producto de los aconteceres de la vida.
Hasta aquí el asunto se mira complejo, porque a veces nosotros mismos no somos capaces de entendernos, nuestro ser se colma día con día de nuevas experiencias, adquirimos toda una gama de características que nos hace únicos, podemos llevar con nosotros pesados costales de temores, sueños, ansiedades, ilusiones, frustraciones, deseos, traumas… y el anhelo de hallar a otro ser con quien compartir la carga de los fardos.
Así que ahora estamos frente a otro panorama, ya que a la ecuación: SER – AMOR, le añadimos una variable: EL SER AMADO. Es decir, un SER DISTINTO a nosotros, con sus propias características que lo distinguen del resto de los mortales, inclusive de nosotros mismos. Lo terrible es que a veces nos olvidamos de este último punto, y alimentados por las ilusiones de los cuentos infantiles, damos como un hecho que nuestro SER AMADO, tiene el mágico don de hacernos “felices”, porque sí, y solo porque sí.
Sí, el amor, es una lupa que lo magnifica TODO.
El amor real hace evidentes las propias cualidades, de pronto, en presencia del amor real nos volvemos más guapos, inteligentes, optimistas, pero inevitablemente corremos el riesgo de tornarnos fascinantemente EGOÍSTAS, es aquí donde comienza la fatigante carrera para alcanzar la “felicidad”.
¿Hacia dónde correr?, ¿dónde se ocultó esta vez la traviesa ninfa?
Hay quien dice que la felicidad se halla siempre frente a nuestros ojos, de ser así, solo basta con estar atentos, y asunto concluido. Pero… ¿y si mi concepto de felicidad es distinto al concepto de felicidad de mi SER amado? ¿Cómo saberlo?, tal vez comunicándonos, ¿quizás fundiendo dos individualidades para lograr un solo SER?
Pero el amor, es una lupa que lo magnifica TODO, incluso nuestros tintes oscuros, así que con el egoísmo en todo su esplendor, nos enfocamos en descargar nuestros costales, olvidándonos que nuestro SER amado trae consigo su propia carga.
Claro, el amor también magnifica nuestras brillantes tonalidades, y de cuando en cuando recordamos el fardo ajeno y ayudamos a descargar, ¿pero qué pasa cuando durante el proceso hallamos cosas y conceptos que no nos son familiares?, es decir; cuando el equipaje del SER amado tiene miedos, sueños, angustias, fobias y anhelos DISTINTOS a los nuestros y que no podemos ENTENDER.
Es cuando una lucha interna se gesta en nuestro SER, y esta incesante lucha entre: conceptos y entendimiento nos resta fuerza para seguir corriendo tras la tan anhelada “felicidad”. La frustración magnificada por el amor aparece, las viejas cicatrices parecen removerse, y aquella coraza que el amor real fundió algún día, parece renacer de las cenizas, y mientras el panorama es tan desolador, la feliz ninfa se burla nuevamente de nosotros.
¿Por qué las relaciones humanas son tan complicadas?, ¿y si los complejos somos nosotros?, ¿qué sucedería si de pronto, la lucha entre conceptos y entendimiento entrara en tregua?
Imaginemos que súbitamente decidimos no entender, sino dar. ¡Qué bien!, ¡vamos a dar!, ¿pero qué damos?...
¿Damos lo que queramos dar?, ¿lo qué nos es fácil entregar?, todos tenemos algo que compartir, podemos dar lo que sea, tiempo, mimos, dedicación etc. Dar lo que nos es fácil entregar no requiere ningún esfuerzo, así que amar debe ser muy sencillo.
¿Y si en vez de dar lo que nos es fácil entregar damos lo que nos gustaría que nos dieran?, “No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti mismo” bien, ¡podría funcionar!, entonces podemos pensar: a mí me gustaría que me escucharan por que hablo mucho, así que voy a escuchar a mi SER amado, ó quizás pensemos, me gustaría tomar clases de baile, entonces le voy a dar a mi SER amado una suscripción a una academia, ¡suena bien!, pero… ¿y si a mi SER amado no le gusta hablar?, ¿y si a mi SER amado no le gusta bailar?....
¿Qué tal si en vez dar lo que nos gustaría que nos dieran, damos lo que el SER amado NECESITA RECIBIR? Así, sin tener que ENTENDER el porqué de esas NECESIDADES por absurdas que nos parezcan. Para lograrlo, primero requerimos CONOCER esas NECESIDADES, ¿cómo conocerlas?, ¿ Con tiempo, dedicación, esfuerzo, comunicación y MUCHA PACIENCIA?. ¿acaso El SER amado apreciaría la satisfacción de sus necesidades?
¿Y si la “felicidad” son solo instantes y no un estado constante? , ¿y si la “felicidad” se esconde dentro de nosotros mismos porque somos nosotros mismos quienes tenemos el PODER de DAR felicidad a otros?
¿SER + AMOR REAL + SER AMADO = FELICIDAD?
Compartir los sueños, los pesares y lograr satisfacer nuestras necesidades es algo inherente al SER. Si el amor es una lupa que lo magnifica TODO, ¿Por qué no magnificar nuestra capacidad de DAR sin dudar?, ¿por qué limitar los besos y los abrazos?, ¿por qué dosificar un te amo cuando hay miedos?... ¿por qué no entender que el amor lo magnifica TODO incluyendo los tintes oscuros?, pero no solo los propios sino los ajenos, los de ese SER amado que ejerciendo su individualidad y descargando sus fardos se puede tornar monstruosamente INCOMPRENSIBLE, ¿porqué no entonces magnificar nuestra capacidad de comprensión, más no de entendimiento?.
El AMOR REAL, es más difícil de hallar que la felicidad misma, pero parece que el amor REAL, no es mágico, ni la felicidad una constante. ¿Tal vez la constante que nos acerque a la felicidad sea la satisfacción mutua de necesidades?, ¿tal vez la propia felicidad llegue cada vez que hacemos feliz a alguien más?, tal vez el secreto está en preguntarle al otro: ¿qué necesitas?...
1 comentario:
Simplemente hermoso.
Tienes razon, los seres humanos somos muy complejos,como dices la comunicacion es muy importante y no hay que recibir para poder dar.
Amar es compartir y dar lo que se siente. Darlo todo. Es cierto que pueden ser tan solo momentos de felicidad. Pero si es asi hay que disfrutarlos.
Te felicito.
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